viernes, 30 de diciembre de 2011

Arteta, DE FUTURO A PRESENTE FUENTE: http://www.mediapunta.es

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Arteta celebra un gol con el Arsenal / Foto: archivo.Más universal que local, Mikel Arteta (San Sebastián; 1982) relumbra en elArsenal y desde hace tiempo en la Premier como antaño hizo en la Ligue 1 y en Escocia, toda vez que no consiguió lo mismo en la Liga, su terreno resbaladizo. Pero no es su deuda porque el Barça escogió en su día a GuardiolaXavi De la Peña, porque Amorrortu le privó del fútbol en la Real Sociedad, quizá al entender que se jugaba con el músculo y no con el pie. “Es normal que se me reconozca más fuera del país”, admite el trescuartista desde Londres, en plena mudanza de casa; “porque en la Liga solo jugué cinco meses y fue una mala experiencia”. El brete por resolver de Arteta, sin embargo, es la selección. “España tiene futbolistas de talla mundial en su posición y no le habrá ayudado salir tan pronto de su país y jugar en equipos sin mucho glamour”, reflexionó hace poco Arsène Wenger, técnico gunner; “si hubiera nacido en Inglaterra, sería un habitual en la selección”. Pero Miky, como le bautizó el vestuario del Everton y ya le suelta algún que otro compañero del Arsenal, nació en Guipúzcoa. “Me halaga que Wenger piense así, sobre todo por los grandes jugadores que hay en Inglaterra”, expresa, un tanto resignado, porque para él enfundarse la zamarra española lo es todo.
Resulta que Mikel jugaba antes y en la playa de La Concha unos partidillos tan intrascendentes para el mundo como capitales para él, hasta el punto de que se desfondaba, se entregaba hasta ganar

A Arteta le sale urticaria con solo oír la palabra derrota. Eso lo descubrieron los preparadores del Antiguoko, su primer club, cuando de chaval, cada dos por tres, llegaba al entrenamiento y, tras, dar unas vueltas al campo, empezaba a vomitar. “No entendíamos nada”, recuerda Roberto Montiel, su entrenador de entonces; “hasta que dimos con la clave”. Resulta que Mikel jugaba antes y en la playa de La Concha unos partidillos tan intrascendentes para el mundo como capitales para él, hasta el punto de que se desfondaba, se entregaba hasta ganar. Hasta vomitar. “No podía perder ni al ping-pong”, señala Montiel; “normal en alguien capaz de resolver una Holland Cup con un gol de vaselina y ante rivales que le sacaban años y cabezas; el mejor futbolista que vi yo en un equipo donde estaban Xabi AlonsoAdurizIraolaMurillo…” Vigente un convenio entre el Antiguoko y el Athletic, tardó poco en ir a entrenarse a Lezama, un paso fundamental en su carrera, aunque él lo desconocía por entonces. Prefería al Barça –Laudrup y Guardiola–, capaz de llorar como una magdalena frente al televisor cuando perdía.

Mikel is only one!
Llegó a La Masía en 1996. Tras despuntar en los juveniles y en el filial, el club consideró que, después de las pretemporadas con el primer equipo de Serra Ferrer y Van Gaal, su puesto, el del 4 instaurado por Cruyff, estaba satisfecho. “Muchacho, nos vamos a París”, le dijo en 2001 y con su gracejo el técnico francés Luis Fernández, que le conocía de esos entrenamientos en el Athletic, que le dio sin pensárselo la batuta del PSG. Dos semanas más tarde, junto a Ronaldinho Anelka, saltaba al tapete de San Siro ante el Milan. “Hubo gente que se rió de mí al apostar por un niño de 18 años que igual era un poco lento y no iba al contacto”, rememora Fernández; “pero a la que vieron su inteligencia, su pase y su lectura del juego, se acabó el debate”. Interviene Cristóbal Parralo, en ese vestuario del Parque de los Príncipes: “Tenía un aplomo tremendo, una calidad que no te la acabas. Era un tío querido y muy centrado”. “¡Y un crack!”, exclama Fernández; “estaban Cardetti, Cristóbal, Pochettino… muchos de habla castellana. Y les advertí que aprendieran francés. En unos días, Mikel ya iba suelto con el idioma. Como en el césped”. Por eso, cuando el PSG no quiso pagar ni siquiera el 50% de los derechos de Arteta, Luis Fernández se agarró un enfado de arrea. De poco le sirvió; el Barça lo vendió en 2002 al Rangers escocés.
“Mikel is only one!”, le cantaban los hinchas del Ibrox Stadium a cada jugada de mérito, a cada gol. “De vez en cuando el juego físico en Escocia era demasiado para Arteta, pero fue el líder de nuestra medular, algo muy exigente en un equipo donde estaba, por ejemplo, Barry Ferguson”, explica Alex McLeish, su técnico de entonces. Se repetía la historia; el jugador se ganaba a una afición –en su primer Old Firm ante el Celtic marcó un gol– y acumulaba tantos elogios como premios. Pero se daba cuenta de una realidad que nunca cambió. “Veía a mis compañeros de la selección Sub 21 felices por jugar el clásico, por acudir de vez en cuando a la llamada de la absoluta…”, cuenta; “y yo estuve en las inferiores de los 15 a los 21 años [40 internacionalidades],  compartiendo equipo con alguno de los de ahora, como con Xabi Alonso”.
Una aventura torcida porque cinco meses más tarde volvía a hacer las maletas. “Vine para jugar a fútbol, pero no sirvo para estar cobrando sin calzarme las botas”, explicó en su despedida, al tiempo que señalaba a Amorrortu como el principal escollo 

Fue, incluso, capitán. “Le di el brazalete porque era un líder”, conviene Iñaki Sáez; “igual no brillaba por el trabajo, pero que le gustaba dar el último pase y acabar las jugadas. Siempre fue una pieza fundamental”. Su incidencia, en cualquier caso, se diluyó con el tiempo, olvidado en los highlands, y los seleccionadores de la absoluta nunca le tuvieron en cuenta. Ni siquiera cuando regreso a España, a la Real Sociedad.

Una aventura torcida porque cinco meses más tarde volvía a hacer las maletas. “Vine para jugar a fútbol, pero no sirvo para estar cobrando sin calzarme las botas”, explicó en su despedida, al tiempo que señalaba a Amorrortu como el principal escollo. “No sé lo que pasó”, tercia Óscar De Paula, entonces compañero de vestuario; “algo raro porque no llegó en el momento adecuado al club; le sobraban aptitudes futbolísticas…”. Pero no se extiende. Tampoco le interesaba a Arteta, que se fue al Everton, primero cedido y después fichado. “Un futbolista diferente, el mejor que tuvimos”, le ensalza el sudafricano Steven Pienaar, ahora en el Tottenham; “la gente, quizá porque jugábamos en la misma parcela del campo, dijo que nos llevábamos mal, pero es mentira. Era lo contrario. Un tipo alegre, sin pasarse de hablador, pero con el que era mejor dejarse ganar…” E interviene McLeish: “Ahí ya vi un  jugador que hacía más tackles [entradas], intercepciones, y que saltaba de cabeza a por todo. Energías renovadas”.

Fueron buenos años para Arteta, consolidado como toffee, de nuevo un ídolo para la grada e, incluso, para la Premier, puestoArteta con la camiseta de la Real Sociedad, equipo donde no llegó a triunfar / Foto: archivo. que en 2007 fue escogido en el equipo ideal. Todo salía a pedir de boca, casado con la modelo Lorena Bernal –por eso lleva una L tatuada en el dedo corazón–, en un apartamento magnífico en los muelles de Albert Dock, con los amigos (Reina y Alonso) en el equipo rival, el Liverpool, con quien compartía partidos de tenis y cenas de Navidad. Pero le faltaba, de nuevo, la llamada de la selección. “En el Everton no lo entendíamos”, señala Pienaar; “es verdad que en España había grandes jugadores, pero Miky estaba a la altura, por momentos mejor. Creo que nunca perdió la ilusión…”. Hasta salió a la palestra su entrenado David Moyes: “Algún día le verán jugar por la televisión en España y lo llamarán. Logrará su sueño”.

“En el Everton no lo entendíamos”, señala Pienaar; “es verdad que en España había grandes jugadores, pero Miky estaba a la altura, por momentos mejor. Creo que nunca perdió la ilusión…” 
Imprescindible para el Everton, en 2009 se le quebró el asunto y la rodilla, y se difuminaron en parte sus sueños de la selección. Pero tardó poco en ponerse a tono y este verano, cuando Cesc se marchó al Barça y Nasri al Manchester City, Wenger le reclutó. “Te he intentado fichar varias veces y eso es por algo. Sabes lo que quiero, que hagas lo de siempre. Es un momento complicado, pero tengo plena confianza en ti”, le dijo en la primera conversación. Sin más. “No hizo falta”, reconoce Mikel; “porque el resto me lo da con minutos”. Y ante los medios: “Es un jugador extremadamente importante para nosotros”, remarcó hace una semana el técnico. Más que nada, porque teje el fútbol de toque del Arsenal, similar al del Barça, al de la selección. 

“Por su capacidad para asumir responsabilidades y por su forma de jugar”, explica Iñaki Sáez; “encajaría en la selección. Sé que es su ilusión”. Así opina Parralo: “Calidad para estar tiene”. McLeish añade: “Su enorme éxito en Inglaterra se debe al hecho que es un jugador fantástico”. Pienaar lo tiene claro: “España es un equipo histórico, pero yo he visto lo que Miky hace con el balón y sin él. Si tiene una oportunidad, no la desaprovechará”. Y Fernández subraya: “Le penalizó jugar en equipos más modestos, pero ahora tiene esa oportunidad”. Y Arteta concede: “Tengo la esperanza hasta el día que me retire. Es un reto que me marqué hace mucho tiempo que no he cumplido, pero soy bastante cabezón…”. Quién sabe, quizá el día de mañana llegue la llamada que lleva esperando una vida.

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